Muy a mi pesar, este fin de semana he tenido que tomar la decisión de no acudir al Trainning Camp de Peñalara, ya que tengo que recuperarme de los problemas de salud que estoy atravesando. Descanso, familia, amigos, entrenamiento suave para coger fuerzas. La semana que viene vuelvo a competir en una ultra de 70km; Evolutión Trail, lo voy a tomar como un buen entrenamiento y para evaluar como va mi recuperación tras 2 semanas de tratamiento. Siento de corazón haber faltado a la cita y pido mi más sincera disculpa, pero tengo claro que la primera ley que considero del entrenamiento es que primero va la salud y luego el rendimiento.
En este post voy a contar la experiencia que tuve la Semana Santa en Sierra Nevada. Antes no había podido hablar de ella, pero creo que por la intensidad de la experiencia vivida merecía un lugar en mi blog, para reflexionar sobre lo sucedido.
Ese fin de semana nos dirigimos un grupo de 4 amigos a la sierra; Belén, Juanjo, Jorge y yo. La idea inicial era subir desde Trevélez al Alcazaba y luego dirigirnos al Refugio del Poqueira dónde pasaríamos la noche. Al día siguiente pico al Mulhacén y vuelta a Trévelez. Sabíamos que el tiempo no estaba de nuestra parte así que decidimos que lo importante era sobretodo no pasar penurias y recortar el recorrido siempre que fuera necesario.
Nada más empezar la ruta una perra nos empieza a seguir, Belén gran amante de los animales y en especial de los perros hace buenas migas con ella, pero rápidamente se gana al equipo por completo. Queríamos que se volviera porque sabíamos que nos esperaba una buena caminata, pero "Hambruna" como la bauticé, después de comprobar el hambre que tenía a todas horas, no nos hacía ni caso. Imposible hacer que diera la vuelta, tan pronto corría arriba y abajo sobre la nieve como se revolcaba en nuestros pies.
Después de unas 4 o 5 horas tuvimos que abandonar la idea de hacer pico porque estaba entrando bastante malo, así que decidimos cambiar rumbo hacia el refugio dónde parecía haber mejores condiciones climáticas. Una vez allí la cervecica de rigor y las tradicionales palomitas que te ponen en el refugio antes de servir la cena.
Hambruna se ha quedado en el recibidor, enroscada sobre si misma, los 4 la miramos por la ventana, nos da pena que tenga que dormir fuera. Sin embargo Belén me alivia un poco al decirme -toca está caliente-, efectivamente su temperatura era bastante elevada, así que me quedo más tranquila.
Desde siempre me han encantado los refugios, ese olor a humanidad, el acogedor comedor con chimenea, la locura de la cocina trabajando a destajo y tanta gente desconocida compartiendo experiencias entre ellos, ¿dónde vais mañana?, ¿de dónde sois?, ... en fin que hasta los ronquidos y demás ruidos se vuelven algo atractivos mientras encerrada en mi saco escucho el viento de fuera, que nos avisa con su silbido que mañana no será fácil.
Tanto me gustan los refugios que siempre me ha atraído la idea de quedarme una temporada viviendo en uno de ellos. Por eso disfrute mucho leyendo un libro de bolsillo que recomiendo; Mi montaña.
Eider Elizegi es su autora, y en él narra su vivencia durante un verano en el refugio de Goûter, en el Mont Blanc. Más tarde Eider abandonaría su trabajo fijo, dejó su casa y se convirtió en una vagamontañas para viajar a los Andes a escalar y relatar Montañas
Al día siguiente decidimos no madrugar mucho, estamos de vacaciones el día de antes al final salieron 9 horas de marcha, así que mejor desayunar cuando el comedor este más calmado. Doble de café y afortunadamente pierdo la cuenta de las tostadas, en montaña nunca se sabe.
Luego comprobamos que Hambruna ha iniciado su ascenso al pico por libre, pero la perdonamos porque sabemos que era una perra muy amigosa, así que emprendemos nuestro camino con tranquilidad. A mitad de ruta nos sorprendemos, la vemos bajar a toda velocidad al lado de un montañero, nos sonreímos; -Hambruna ya ha hecho pico, está hecha toda una perra de alta montaña-
Poco a poco vamos avanzando pero notamos que empieza hacer algo de ventisca. Jorge marca el ritmo, tal vez demasiado rápido, así que le vamos donde toques de atención hasta que regula y nos adaptamos todos.
Ya estamos casi en la cima, las condiciones se han endurecido, pero nos resistimos a renunciar otra vez al pico, sobretodo porque cegados por nuestras ansias de hacer cima seguimos viendo el objetivo asequible, sabemos que estamos casi arriba y nos cruzamos con un grupo de vascos que se quejan -venir del norte al sur para esto- pero cometemos el error de hacer oídos sordos a sus quejas, pronto descubriríamos el infierno al que se referían.
Alcanzada la cima en cuestión de instantes lo que era una ruta medio tranquila se volvió en una pesadilla. Viento de 90Km/h tiraba nuestros cuerpos al suelo, mientras la ventisca hacía de las suyas por desorientarnos. Reconozco que hasta ahora ha sido la situación más tensa que he vivido alta montaña, bajar de 3500m en esas condiciones fue bastante duro y peligroso. Pase miedo sobretodo por el tema de la desorientación y al sentir que los 4 estábamos vendidos a los vientos del Mulhacén (por supuesto no hay imágenes de estos momentos porque apenas nos manteníamos en pie).
Por suerte Juanjo supo orientarnos y poco a poco, agarrándonos a las piedras cada 4 o 5 pasos pudimos ir saliendo de aquella pesadilla. Sierra Nevada me recordó, que la montaña más inofensiva te puede jugar una mala pasada, por muy preparado y equipado que vayas.
Llagando a Trevélez, la montaña se reconcilia con nosotros y nos ofrece su sonrisa multicolor en forma de arco iris. Por fin a las 17 h llegamos a Trevélez y disfrutamos de una buena comilona de migas y sopa de ajo. Al día siguiente es mi cumpleaños y la sensación que me queda después de experiencias como ésta, es que vuelves a nacer un poco, pero sobretodo que incluso las cumbres más fáciles merecen un gran respeto, porque al final lo más importante sigue siendo VOLVER.
A veces creo que estoy en el deporte equivocado, tu haces 70 kms como un entreno y yo para hacer 1:38 en media buffff, y para que veas yo tambien pensaba que el mulhacen no era pa tanto :(. Un saludico makinika.
ResponderEliminarAy Paco¡ Pero es que a mi me cuesta más hacer 1h38 en la media que correr 70km ...ja ja¡
ResponderEliminarcomo echo de menos las travesías por la montaña, pero con nieve. que envidia me das, pero de la sana.
ResponderEliminarExperiencias y momentos como el que has contado a buen seguro te hacen mirar la montaña de otra manera, y no es otra que mirarla con humildad.
ResponderEliminarEspero que esa recuperación sea un echo.
Escribes y transmites muy bien.
Saludos.
¿pero como no se he ma informado debidamente de este blog antes..?, mecachis.. pero si es imprescindible para cualquier corredor, ya se ade asfalto o montaña...¿ y esas fotos tan chulas saltando? ¿ como te las hacen ? jejejeje. un fuerte abrazo... ya estoy deseando leer más crónicas de carreras ¿ evoulution ?. Un fuerte abrazo campeona.
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